martes, 16 de mayo de 2017

CENTENARIO DE LAS APARICIONES DE FÁTIMA EN LA CATEDRAL DE MADRID

La conmemoración de un hecho histórico siempre constituye, en sí mismo,  un acontecimiento relevante, pero si ese hecho, además de histórico, nos conecta directamente con el Cielo, su relevancia se multiplica hasta lo extraordinario. Eso mismo sucedió el pasado sábado, 13 de mayo de 2017, en que conmemoramos el centenario de las apariciones de Nuestra Señora en Fátima.
 
Para todos los que no pudimos estar en Fátima en una fecha tan significativa, en que el Santo Padre visitaba dicha localidad y canonizaba a los pastorcitos Francisco y Jacinta Marto, la presencia de Nuestra Señora de Fátima se hizo realidad en la madrileña Catedral de Santa María la Real de la Almudena, permitiéndonos asistir a una conmemoración tan especial, en una bella y solemne celebración, organizada por los Heraldos del Evangelio.

 
Cuando la Catedral ya estaba repleta de feligreses impacientes por ser testigos de la celebración, ésta comenzó con el preceptivo cortejo de entrada y la Coronación de la imagen de la Santísima Virgen, dando lugar al inicio de la Santa Misa, presidida por Su Eminencia el Cardenal Antonio María Rouco Varela, y ambientada musicalmente por el maravilloso coro de los Heraldos del Evangelio, que con sus magníficas voces interpretaron una serie de cantos capaces de elevarnos espiritualmente hasta el infinito.


 
 
 
 
 


 
El significado de lo que allí conmemorábamos se hizo bien patente a través de la homilía pronunciada por Monseñor Juan Antonio Martínez Camino, que supo transmitir la relevancia de este siglo de Fátima ya concluido el pasado sábado, pero cuyo mensaje sigue abierto a todos nosotros, invitándonos a la conversión, la oración y la penitencia. Si bien ha sido un siglo lleno de violencias y guerras terribles, en el que diversas promesas de libertad y progreso se convirtieron en realidades muy diferentes, repletas de ruina y esclavitud, justo es tener presente que ha sido también un siglo bajo la mirada maternal de Nuestra Señora, lo cual no puede dejar de reconfortarnos profundamente. El siglo de Fátima ha concluido con un hecho que a todos los creyentes nos llena de gozo, pues los pastorcitos y hermanos Francisco y Jacinta Marto, que tuvieron la dicha de contemplar a María Santísima, han sido canonizados en la misma fecha y en el mismo lugar que marcó sus vidas. Los ya reconocidos oficialmente como Santos por la Santa Iglesia Católica supieron abrirse al mensaje de Nuestra Señora y colaborar en el plan de salvación, que es un plan de amor, y al cual todos podemos y debemos contribuir.

Para esta pobre esclava de María que aquí escribe, la fecha todavía poseía otro significado muy especial, pues era el primer aniversario de mi Consagración a Jesús por María, fecha inolvidable que regresó a mi mente durante diversos momentos de la celebración.



Finalizada la Santa Misa, tuvo lugar el cortejo de salida, que revestido de la misma solemnidad, nos condujo al exterior de la Catedral, entonando el Himno Pontificio, mientras contemplábamos ante nuestros ojos el impresionante fondo constituido por el Palacio Real de Madrid, lo cual, debo reconocer me produjo  una honda emoción, en un compendio de sensaciones, que seguro mis apreciados lectores comprenderán conociendo mis gustos y todo aquello que conforma buena parte de mi mundo interior.

Ya en el exterior, participamos en la procesión, acompañando a Nuestra Señora con el rezo del Santo Rosario, tal como Ella pidió a los pastorcitos..."Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra". Quienes además fuimos honrados con la posibilidad de portar la imagen de Nuestra Madre, lo recordaremos siempre con intensa emoción.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Concluida la procesión, el Cardenal Rouco Varela nos recordó la importancia de la devoción a la Santísima Virgen, y nos invitó a entonar el Himno a Nuestra Señora de la Almudena, lo cual hicimos con especial agrado y emoción pues Ella es la Patrona de todos los que habitamos en este querido y viejo Madrid.
 
La jornada concluyó con el Besapiés a la Santísima Virgen, en el que cientos de fieles desfilaron para honrarla y mostrarle su afecto en un día tan significativo. Si bien, todos somos conscientes de estar viviendo una época árida y despojada de religiosidad, ver una multitud de fieles honrando a Nuestra Señora, siempre es motivo de regocijo y esperanza, como esperanzador es el mensaje de Fátima, que si bien anuncia sucesos trágicos, también sitúa ante nuestros ojos un esplendoroso horizonte: el Reino de María.

Ella, con su bondadosa y maternal mirada, nos reconfortó a todos los presentes, recordándonos Su continua presencia en nuestras vidas, invitándonos a sobrellevar nuestros sufrimientos con alegría, en la certeza de que no estamos solos, que Ella nos acompaña y nos protege en nuestro camino hacia la eternidad.
 
Poco importan los desgraciados acontecimientos que tengan que suceder en el futuro, pues contamos con la certeza de Su maravillosa promesa:
 
 "Mi Inmaculado Corazón triunfará"


(Todas las fotografías han sido realizadas por Don Eric Fco. Salas, a quien agradezco, una vez más, su amabilidad cediéndomelas para ilustrar este humilde escrito).

 

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