domingo, 30 de octubre de 2016

HOLYWINS: LA SANTIDAD VENCE

Si en mi anterior escrito manifestaba mi total repulsa a la celebración de Halloween, que se ha venido imponiendo en los últimos años, hoy quiero destacar una alternativa opuesta a ese satánico festejo. Consiste en la celebración de la Víspera de Todos los Santos con una costumbre que refleje el verdadero significado de esta fecha y que logre que los niños terminen rechazando los espantosos disfraces de vampiros y seres de ultratumba.
 
Se denomina HOLYWINS, que traducido al español significa: la santidad vence. La idea surgió en París en el año 2002 y poco a poco va ganando adeptos.Ya son muchas las comunidades católicas que han adoptado esta bonita costumbre en diversos lugares del mundo, acorde con el significado de la celebración religiosa. Los niños podrán vivir con ilusión esta significativa fecha disfrazándose de santos, despertando su interés por sus vidas, animándoles a leer sobre ellos y divirtiéndose de una forma constructiva, que alimente su vida espiritual.
 
 
Realizar estos disfraces resulta muy sencillo, utilizando algunos de esos retales que guardamos en casa y determinados objetos fáciles de conseguir.
 
Además de los disfraces, se pueden hacer representaciones teatrales o espectáculos de guiñol escenificando las vidas de los santos. Todo ello acompañado de dulces, caramelos y estampas religiosas, creará un ambiente hermoso que los más pequeños sabrán disfrutar y querrán repetir cada año, vistiéndose sucesivamente del santo de su elección.
 
Los católicos celebramos la festividad de Todos los Santos, para recordar a todos esos seres de luz, seguidores de Cristo, cuyo ejemplo nos sirve en nuestro camino al cielo, y esto debe incluir a los más pequeños, que en su inocencia y pureza deben ser educados desde los primeros años de su vida en el amor a Dios y en el aprecio a todo lo que es bello, bueno y verdadero. Los creyentes no podemos prestarnos a juegos demoníacos ni al tenebrismo, ni a una visión de los difuntos como seres terroríficos. Somos seguidores de Jesucristo, creemos en la resurrección de la carne y en la vida eterna. Por tanto, eduquemos a los niños en la idea de que todos estamos llamados a la santidad, y hagamos todo lo posible para que  puedan celebrar como hijos de Dios esta conmemoración, divirtiéndose en un ambiente de luz y esperanza.
 
 
FOTOS: Google

viernes, 28 de octubre de 2016

ORACIÓN A LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO

Foto: adelantelafe.com

Esposas muy queridas del Señor,
que encerradas en la cárcel del Purgatorio padecéis indecibles penas,
y carecéis de la vista de Dios, hasta que os purifiquéis, como el oro en el crisol,
de las reliquias que os dejaron las culpas;
¡con cuánta razón desde aquellas voraces llamas clamáis a vuestros amigos pidiendo misericordia!
Yo me compadezco de vuestro dolor, y quisiera tener caudal suficiente
para satisfacer deuda tan crecida;
y aunque más pobre que vosotras mismas,
os ofrezco y aplico cuantas indulgencias pudiera ganar en este día,
y cuantas obras de supererogación hiciere durante (diga el tiempo que  quiera),
a excepción de aquellas que por alguna necesidad particular aplicare.
Pero siendo tan pobres mis méritos para satisfacer por vosotras a la Justicia divina,
apelo a la piedad de los justos, a los ruegos de los bienaventurados,
al tesoro inagotable de la Iglesia, a la intercesión de María Santísima,
y al precio infinito de la sangre de Jesucristo.
Conceded, Señor, a esas pobres Ánimas, el deseado consuelo y descanso.
Mas confío también, Almas agradecidas, que tendré en vosotras poderosas medianeras,
que me alcancen del Señor gracia con que deteste mis culpas,
adelante en la virtud, sojuzgue mis pasiones,
y llegue a la eterna bienaventuranza. Amén.

 

LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Un año más, llegadas estas fechas, salir a la calle me produce una indignación mayor de la habitual, al ver el aspecto que toman los escaparates de las tiendas, inundados de artículos lúgubres, y personas ocupadas en buscar todo lo que aporte el aspecto más desagradable, siniestro y terrorífico a sus atuendos y decoraciones de Halloween.

No tengo ninguna intención de dedicar líneas a explicar el origen siniestro de tan lamentable costumbre. Aquellos que no lo conozcan pueden acudir al libro "Entre el cielo y la tierra" de la autora María Vallejo-Nágera, donde encontrarán una excelente explicación de lo que supone en realidad coquetear con dicha celebración.
 
En estos días, todo apunta a una especie de competición por lo macabro, que huye de nuestra cultura cristiana para adentrarse en el escenario de las brujas, los monstruos y el mundo de las tinieblas presidido por el demonio, en una celebración pagana propia de los druidas en la época anterior a Nuestro Señor Jesucristo. Y no nos engañemos, los que participan en  la misma son tanto personas apartadas de la fe como fieles que dicen creer y que asisten a Misa cada domingo. El caso de estos últimos es especialmente descorazonador, pues no son conscientes de estar encendiendo una vela a Dios y otra al demonio, olvidando que es imposible tener un pie en cada orilla: o se está con Dios o se está contra Él. Por si todo esto fuera poco, se anima a los niños a que participen en fiestas disfrazados de monstruos, vampiros y brujas, alterando su mente en lo que a la consideración de la muerte se refiere. Siempre me ha causado estupor ver como los niños son alejados cuando fallece un ser querido para evitar que se "traumaticen", y en cambio se les permite ver películas de terror, entretenerse con juegos de gran violencia y disfrazarse de seres aterradores, considerándolo como absolutamente normal. No sólo me parece terrible actuar así a la hora de educar a los niños, sino también un insulto a su inteligencia.
 
A lo que realmente debemos dedicar tiempo siempre, y en especial en los días venideros, es a recordar y orar por las almas de nuestros seres queridos difuntos. Mucho más provecho obtendríamos durante estos días,  rezando una novena a las almas del purgatorio, en lugar de perder el tiempo en celebraciones macabras que presentan a los difuntos como seres de ultratumba y que ofrecen una visión de la muerte como algo lúgubre, en lugar de considerarla como lo que es: el paso a la vida eterna. Dar la espalda al verdadero significado de la fecha de Todos los Santos y Fieles Difuntos, supone una falta de caridad hacia nuestros seres queridos y una ofensa al Todopoderoso.
 
Dicho lo cual, nada mejor que dejar constancia de la explicación ofrecida por el Catecismo de la Iglesia Católica sobre la existencia del Purgatorio:

Los que mueren en la gracia y en la amistad con Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.


La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados. La Iglesia ha formulado la doctrina de la fe relativa al purgatorio sobre todo en los concilios de Florencia y de Trento. La tradición de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura, habla de un fuego purificador.


Esta enseñanza se apoya también en la práctica de la oración por los difuntos, de la que ya habla la Escritura...Desde los primeros tiempos, la Iglesia ha honrado la memoria de los difuntos y ha ofrecido sufragios a su favor, en particular el sacrificio eucarístico, la Santa Misa, para que una vez purificados, puedan llegar a la visión beatífica de Dios. La Iglesia también recomienda las limosnas, las indulgencias y las obras de penitencia a favor de los difuntos.


A lo explicado por el Catecismo, me gustaría añadir la exposición contenida en las revelaciones escritas por Santa Brígida, que hacen referencia a la existencia de tres niveles dentro del purgatorio:
 
  1. Primer nivel o grado inferior. En el mismo el sufrimiento es mayor, se caracteriza por la tiniebla profunda y por la aplicación de la pena de fuego. Es, por tanto, el más similar al infierno
  2. Segundo nivel. En este nivel, los sufrimientos son menores, a las almas se les oculta gran parte de la belleza del cielo pero no en su totalidad, sufriendo angustia por conseguir el amor divino.
  3. Tercer nivel. Es el más cercano al cielo. En él no existen castigos sensibles pero las almas sufren mucho por estar tan cerca de Dios y no poderle alcanzar.

Conociendo la existencia de estos tres niveles, es fácil comprender la purificación gradual por la que pasan las almas desde el nivel inferior hasta llegar al nivel superior, para alcanzar la verdadera santidad y poder presentarse ante Dios. Queda claro, por tanto, que estas almas necesitan nuestra ayuda para purificarse, aliviarse y librarse cuando antes del purgatorio y ser conducidas al cielo. Estamos obligados a socorrerlas, por ello, ofrezcamos oraciones y Misas en su nombre. Y no olvidemos inculcar a los niños esta costumbre, para que perciban la muerte no como algo lúgubre sino como algo natural que antes o después acontecerá y nos conducirá a la vida eterna.

 

lunes, 24 de octubre de 2016

ORACIÓN A SAN ANTONIO MARÍA CLARET

     
 
Oh Dios, que otorgaste a tu obispo San Antonio María Claret
una caridad y un valor admirable
para anunciar el Evangelio a los pueblos,
concédenos por su intercesión
todas las gracias que necesitamos,
y que buscando siempre Tu voluntad en todas las cosas,
trabajemos generosamente
por ganar nuevos hermanos para Cristo.
Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

domingo, 16 de octubre de 2016

SAN MANUEL GONZÁLEZ GARCÍA

En el grupo de siete nuevos santos que forman parte desde hoy de nuestro santoral, los españoles tenemos el orgullo de contar con nuestro compatriota Manuel González García, natural de Sevilla, que llegó a ser Obispo de Málaga y de Palencia, fundador de la Unión Eucarística Reparadora y de la congregación de Misioneras Eucarísticas de Nazaret, y conocido por todos como el Apóstol de los Sagrarios abandonados. Dicha denominación se debe a  la importante labor que desarrolló, transmitiendo su amor por la Eucaristía y promoviendo su devoción en una etapa difícil para todos los católicos españoles como lo fueron los años 30. Dicho esfuerzo arrancó a partir de una experiencia que marcó su vida, cuando en el pueblo sevillano de Palomares del Río encontró un Sagrario abandonado y lleno de telas de araña, decidido a partir de entonces a contribuir a que Jesús Eucaristía fuese amado por todos y jamás abandonado.
 
 
Imagen de San Manuel González García escogida para su canonización.
 
No haré un resumen de su biografía, conocida ya por muchos y que siempre puede consultarse en diversos medios digitales. Simplemente quisiera dejar plasmado este escrito perteneciente a su "Manual de los Discípulos de San Juan":
 
QUISERA SER ÁNGEL
 
Yo quisiera, Señor, ser ángel sembrador de piadosos recuerdos y cristianas enseñanzas y despertador de conciencias dormidas o muertas, para ir visitando uno por uno a todos los vecinos de los pueblos y decirles allá en lo más hondo del alma con el acento más penetrante de mi palabra angélica: Hermano, ¿pero no te has enterado de que Jesús está en el Sagrario de tu parroquia? ¿No te has enterado?...Y me llevaría diciéndoselo hasta que se enterara del todo.
 
Yo quisiera ser el misionero de esas parroquias para gritar diariamente y a cada habitante del pueblo. ¡Hermanos, hermanos, Jesús está solo y no quiere ni debe estar solo!
 
Si yo pudiera tener por cada Sagrario desierto un corazón para acompañarte en él y una boca para alabarte y recibirte ¡qué alegría sentiría mi alma al presentarme delante de Ti en cada uno de ellos y decirte: ¡Corazón bueno, ya no estás solo!
 
 
 
 
Fotos: Página oficial de la Canonización de Manuel González García / Facebook
 
San Manuel González, ruega por España, por la Iglesia y por todos nosotros.
 
 

SAN JOSÉ SÁNCHEZ DEL RÍO

Hoy ha sido un día grande para todos los católicos del mundo pues tenemos la inmensa fortuna de contar con siete nuevos santos reconocidos como tales. Entre ellos, quisiera destacar la figura del niño mejicano José Sánchez del Río, que a la edad de 14 años entregó su vida por defender su fe, convirtiéndose en un verdadero ejemplo para todos nosotros.

 
Su historia fue relatada en la excelente película "Cristiada", rodada en el año 2012, y que muchos tuvimos ocasión de ver en las salas de cine.
 
José Sánchez del Río, natural de Sahuayo, en  Michoacán, Méjico, nació el 28 de marzo de 1913. Era un niño inquieto y travieso como cualquier otro, pero su destino se vio marcado, como el de otros compatriotas, por el régimen laicista y masón presidido por Plutarco Elías Calles. En  un durísimo atentado contra la libertad religiosa y la fe católica en particular, el gobierno impuso prohibiciones de todo tipo: limitación en el número de misas y en el número de templos abiertos,  prohibición de recaudar limosnas, prohibición de las confesiones, los templos sólo podían abrir en el estricto horario de misa, las campanas no podían sonar, expulsión de los misioneros, y un larguísimo etcétera.
 
Todo ello trajo como consecuencia la creación de la milicia cristera con el fin de luchar contra el gobierno en defensa de la fe, dando lugar a la denominada Guerra Cristera que se desarrolló entre los años 1926 y 1929. Pertenecientes a una familia profundamente católica, los hermanos del pequeño José se habían unido a la lucha, y ante ello, el niño quiso seguir sus pasos, lo cual consiguió a pesar de la oposición de sus padres, que se vio vencida ante el contundente argumento del joven José: "Nunca ha sido tan fácil ganar el Cielo como ahora."
 
Así fue como José y un compañero de su edad se unieron a los cristeros, desempeñando labores sencillas, más acordes a su edad, como ser portaestandarte,  y que en ningún caso consistieron en participación en la lucha activa.
 
En el curso del conflicto, un líder cristero perdió su caballo durante un enfrentamiento con las fuerzas gubernamentales, y José le ofreció el suyo, diciéndole: "Aquí tiene mi caballo, tómelo, usted es más necesario a la causa que yo." Este acto leal y valeroso de José motivó que fuese apresado por el ejército federal. Durante su encarcelamiento escribió la siguiente carta a su madre:
 
Cotija, 6 de febrero de 1928
 
Mi querida mamá:
 
Fui hecho prisionero en combate en este día. Creo en los momentos actuales voy a morir, pero nada importa, mamá. Resígnate a la voluntad de Dios, yo muero muy contento, porque muero en la raya al lado de nuestro Señor. No te apures por mi muerte, que es lo que me mortifica; antes, diles a mis otros hermanos que sigan el ejemplo del más chico, y tú haz la voluntad de Dios. Ten valor y mándame la bendición juntamente con la de mi padre. Salúdame a todos por última vez y tú recibe por último el corazón de tu hijo que tanto te quiere y verte antes de morir deseaba.
 
José Sánchez del Río
 
El joven José fue un mártir. Ante las repetidas exigencias para que apostatara de su fe y las sucesivas negativas del joven,  fue sometido a tortura, desollándole los pies, y obligado a caminar en tan lamentable estado hasta el cementerio municipal, trayecto durante el cual el joven no se cansaba de repetir a viva voz: "Viva Cristo Rey." Tras ser apuñalado en varias ocasiones y antes de ser lanzado su cuerpo a la fosa, se le preguntó qué mensaje quería que dieran a sus padres, a lo cual José respondió: "Que viva Cristo Rey y que en el Cielo nos veremos." Acto seguido su verdugo le disparó un tiro y lo mató.
 
José Sánchez del Río fue beatificado por el Papa Benedicto XVI junto a otros mártires mejicanos. Y desde hoy forma parte del grupo de los Santos al ser reconocido un milagro acontecido por su intermediación, en concreto la curación de una niña mejicana que siendo un bebé, sufrió un infarto cerebral y para quien no había esperanza de vida.
 
Los mejicanos pueden sentirse muy orgullosos de contar con su compatriota José en el santoral de la Iglesia Católica, y todos nosotros tener en él a una auténtica fuente de inspiración por su valentía en la defensa de nuestra fe.
 
Reliquia de San José Sánchez del Río.
 
El joven actor Mauricio Kuri dando  vida al joven José en la película "Cristiada".
 
Imagen de San José Sánchez del Río escogida para su ceremonia de canonización.
 


FOTOS: Google, Twitter, ACI Prensa.

sábado, 15 de octubre de 2016

AYES DEL DESTIERRO

 
¡Cuán triste es, Dios mío
la vida sin ti!
Ansiosa de verte,
deseo morir.
 
Carrera muy larga
es la de este suelo,
morada penosa,
muy duro destierro.
¡Oh dueño adorado,
sácame de aquí!
Ansiosa de verte,
deseo morir.
 
Lúgubre es la vida,
amarga en extremo;
que no vive el alma
que está de ti lejos.
¡Oh dulce bien mío,
que soy infeliz!
Ansiosa de verte,
deseo morir.
 
¡Oh muerte benigna,
socorre mis penas!
Tus golpes son dulces,
que el alma libertan.
¡Qué dicha, oh mi Amado,
estar junto a Ti!
Ansiosa de verte,
deseo morir.
 
El amor mundano
apega a esta vida;
el amor divino
por la otra suspira.
Sin ti, Dios eterno,
¿quién puede vivir?
Ansiosa de verte,
deseo morir.
 
La vida terrena
es continuo duelo:
vida verdadera
la hay sólo en el cielo.
Permite, Dios mío,
que viva yo allí.
Ansiosa de verte,
deseo morir.
 
¿Quién es el que teme
la muerte del cuerpo,
si con ella logra
un placer inmenso?
¡Oh! sí, el de amarte,
Dios mío, sin fin.
Ansiosa de verte,
deseo morir.
 
Mi alma afligida
gime y desfallece.
¡Ay! ¿quién de su amado
puede estar ausente?
Acabe ya, acabe
aqueste sufrir.
Ansiosa de verte,
deseo morir.
 
El barbo cogido
en doloso anzuelo
encuentra en la muerte
el fin del tormento.
¡Ay!, también yo sufro,
bien mío, sin ti.
Ansiosa de verte,
deseo morir.
 
En vano mi alma
te busca oh mi dueño;
Tú, siempre invisible,
no alivias su anhelo.
¡Ay! esto la inflama,
hasta prorrumpir:
Ansiosa de verte,
deseo morir.
 
¡Ay!, cuando te dignas
entrar en mi pecho,
Dios mío, al instante
el perderte temo.
Tal pena me aflige
y me hace decir:
Ansiosa de verte,
deseo morir.
 
Haz, Señor, que acabe
tan larga agonía;
socorre a tu sierva
que por ti suspira.
Rompe aquestos hierros
y sea feliz.
Ansiosa de verte,
deseo morir.
 
Mas no, dueño amado,
que es justo padezca;
que expíe mis yerros,
mis culpas inmensas.
¡Ay!, logren mis lágrimas
te dignes oír:
Ansiosa de verte,
deseo morir.
 
(Santa Teresa de Jesús)

martes, 11 de octubre de 2016

ORACION A LA VIRGEN DEL PILAR POR ESPAÑA


 
Acordaos, oh Purísima Virgen del Pilar,
que al visitar a Santiago en Zaragoza y mandarle que os edificara
 el primer templo consagrado a vuestro nombre,
prometisteis ser Madre y protectora de los españoles.
 
Animados por tan soberana muestra de amor,
acudimos a Vos, Reina y Señora nuestra.
Con afecto de hijos y con plena confianza
nos consagramos a vuestro servicio,
poniendo en vuestras benditas manos
nuestros cuerpos y almas
con todos sus pensamientos, deseos y obras.
 
Rogad, en cambio, Madre de Bondad, por España.
Bendecid nuestros campos y ciudades;
pero sobre todo, no consintáis que se amengüe la Fe,
antes bien, derramad sobre ella abundantes gracias,
para que no haya en vuestro pueblo
quien no adore a vuestro divino Hijo,
y no os ame a Vos, a la Santa Iglesia y al Supremo Pontífice con verdadero afecto.
Vuestros somos, oh Madre, todos los españoles.
Guardadnos y defendednos como cosa y posesión vuestra.
Amén.

viernes, 7 de octubre de 2016

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO Y LA BATALLA DE LEPANTO


Hoy hace exactamente un año que visité por primera vez una santa casa muy querida por mí. Aquél día 7 de octubre de 2015, se cumplían exactamente 444 años de la batalla de Lepanto, acontecimiento de gran importancia para la cristiandad y todo el mundo occidental. Aquel día del pasado año, el sacerdote celebrante de la Santa Misa, inició la misma recordando ese acontecimiento histórico tan relevante. Justo es que, un año después, cumpliéndose 445 años de aquella victoria, traiga a este blog el relato resumido de tan importante gesta y su relación tan estrecha con la festividad religiosa que celebramos hoy.
 
Batalla de Lepanto 
( Juan de Toledo)
 
Situémonos en el siglo XVI. El imperio otomano constituía una constante amenaza para las naciones cristianas. El sultán Solimán II había prometido no rendirse hasta conquistar Roma y entrar con su caballo en la basílica de San Pedro. Los turcos habían atacado la isla de Malta, que logró verse libre gracias a los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén; habían atacado los Balcanes, con la pretensión de alcanzar Viena, intento de nuevo fallido... En resumen, la flota otomana dominaba el Mediterráneo, constituyéndose en una continua amenaza para las naciones cristianas, y teniendo como objetivo conquistar Europa, dominarla y acabar con el Cristianismo.
 
En Europa, la situación no era favorable. Entre otras circunstancias, Venecia y en conjunto la península italiana eran víctimas de la hambruna debido a las malas cosechas. El arsenal veneciano había sido destruido a causa de un incendio. Conocedores los turcos de esos hechos, vieron ante sí la ocasión ideal para atacar Venecia, si ésta no les entregaba la isla de Chipre. Invadida Chipre, los venecianos se vieron obligados a pedir ayuda al Papa Pío V. El Pontífice, siendo consciente del grave peligro para la cristiandad, prestó su apoyo a los venecianos, y consideró necesario recabar el apoyo de España, que era en aquella época la nación más poderosa del mundo. El rey Felipe II se mostró reacio al principio debido a las difíciles relaciones con Venecia, pero gracias al talento negociador del Romano Pontífice se llegó a un acuerdo en 1571.
 
Fue así como el Papa, nuestro rey Felipe II y el Dux de Venecia se aliaron creando la Liga Santa para luchar contra los turcos.
 
El Papa Pío V, celebrando la Santa Misa en su capilla, experimentó una inspiración divina, según la cual, el general de la Armada debería ser Don Juan de Austria, hermano del rey Felipe II. Además, pidió continuos rezos y ayunos a toda la Cristiandad, suplicando el auxilio de la Santísima Virgen ante el peligro que nos amenazaba. Envió a toda la flota su bendición apostólica y tras intensa oración tuvo una revelación de la victoria de la flota cristiana.
 
Las medidas que se tomaron son todo un ejemplo de fe, devoción y confianza en Nuestra Señora y el Todopoderoso:
 
- Cualquier soldado que ofendiera a Dios sería expulsado de la flota cristiana.
- El estandarte de la Liga, enviado por el Papa, representaba la imagen del Crucificado.
- Pio V envió una astilla de la Santa Cruz a cada una de las naves capitanas.
- Don Juan de Austria decretó pena de muerte para cualquiera que blasfemara.
- Los soldados ayunaron durante varias jornadas previas a la batalla.
- Todos y cada uno de los que componían la flota se confesaron y comulgaron.
- El Papa concedió a todos los integrantes de la flota las indulgencias propias de las cruzadas.
 
El día 15 de septiembre, la flota católica partió de Messina (Sicilia).  En su avance, los integrantes de la flota pudieron comprobar cómo actuaban los turcos y cómo arrasaban los lugares que invadían. El panorama era desolador: iglesias destruidas, imágenes rotas, cuerpos descuartizados de sacerdotes, mujeres y niños. Los cristianos sentían desolación y rabia ante lo que veían. Fue entonces cuando conocieron la noticia de que la flota turca se encontraba en Lepanto.
 
La situación no nos era favorable, pues la flota cristiana era muy inferior a la otomana. El viento era favorable a la flota turca. Pero los cristianos poseían un "arma" única y de gran valor, de la cual carecían los turcos: el Santo Rosario.
 
Don Juan pidió a su armada que se encomendara a Cristo y a la Virgen María, momento en el cual comprobó cómo el viento comenzó a soplar a favor de los cristianos. Mientras tanto, cristianos de todas las naciones pedían auxilio a Nuestra Señora rezando el Santo Rosario.
 
En el momento de dar orden para el inicio del ataque, Don Juan de Austria, enarboló el estandarte con la imagen de Cristo y de la Santa Virgen, y se santiguó. Todos los soldados se arrodillaron y comenzaron a rezar con devoción mientras se aproximaban a la flota enemiga. Gracias al cambio en la dirección del viento, el fuego de la flota católica asoló a los turcos que se vieron impotentes ante la situación e incapaces de defenderse del ataque cristiano. No hace falta decir que la batalla fue terrible. El hundimiento de una nave otomana hizo que los turcos se replegaran, ocasión que fue aprovechada por Don Juan de Austria para redoblar el fuego, abordar el galeón del general turco Alí, acabar con la vida de éste, y alzar el grito de ¡victoria! El combate prosiguió durante varias horas hasta alcanzar la victoria definitiva. A pesar de la superioridad de la flota turca, sus pérdidas fueron mucho mayores que las de la flota católica.
 
Mientras todo esto acontecía, el Papa no había dejado de rezar e implorar la ayuda divina ante semejante prueba. En un determinado momento, miró al Cielo y supo que la victoria católica había tenido lugar. Coincidió exactamente con el momento de la victoria de la flota cristiana. Quedó de manifiesto el poder de Nuestro Padre Todopoderoso que no abandonó a sus hijos que imploraron su ayuda a través de sus plegarias a Nuestra Señora, Madre y Reina.
 
El triunfo de la Liga Santa fue atribuido a Nuestra Señora de las Victorias, fiesta instituida por el Papa Pío V en señal de gratitud,  siendo su sucesor el Papa Gregorio XIII, quien cambió la denominación por la de Nuestra Señora del Rosario, quedando ligada para siempre a la histórica batalla de Lepanto, y reforzando mucho más intensamente el rezo del Santo Rosario.
 
 
Batalla de Lepanto 
(Paolo Veronese)
 
La Virgen del Rosario protegiendo las naves españolas en Lepanto.
( Lucas Valdés)
 
 
Estandarte enviado por el Papa Pío V con la imagen de Cristo crucificado
y los escudos de armas del Papa, España y Venecia.
 
Cristo de Lepanto.
Según la tradición, presidía la nave capitana de Don Juan de Austria.
Cuando un proyectil enemigo estaba a punto de impactar contra la imagen, la figura lo esquivó inclinándose hacia un lado.
 
Revelación al Papa Pío V de la victoria de Lepanto.
Museo Naval de Madrid.
 
La Santísima Virgen anuncia la victoria de Lepanto al Papa Pío V.
 
Don Juan de Austria armado.
(Alonso Sánchez Coello)
 
Alegoría de Lepanto: el rey Felipe II ofreciendo su hijo, el príncipe D. Fernando, al Cielo.
(Tiziano)
 
Alegoría de la Liga Santa.
(El Greco)
 
 
Imágenes: Google

SÚPLICA A LA VIRGEN DEL SANTO ROSARIO DE POMPEYA

(Escrita por el Beato Bartolomé Longo)

 
¡Oh augusta Reina de las Victorias, oh Virgen soberana del Paraíso!,
cuyo nombre poderoso alegra los cielos y hace temblar de terror a los abismos.
¡Oh gloriosa Reina del Santísimo Rosario!,
nosotros, los venturosos hijos vuestros, postrados a vuestras plantas en este día,
derramamos entre lágrimas los afectos de nuestro corazón,
y con la confianza de hijos, os manifestamos nuestras necesidades.
 
Desde ese trono de clemencia donde os sentáis como Reina,
volved, ¡oh María!, vuestros ojos misericordiosos a nosotros;
a nuestras familias, a nuestra nación, a la Iglesia Católica, a todo el mundo,
y apiadaos de las penas y amarguras que nos afligen.
 
Mirad, ¡oh Madre!, cuantos peligros para el alma y cuerpo nos rodean;
cuántas calamidades y aflicciones nos agobian.
Detened el brazo de la justicia de vuestro Hijo ofendido,
y con vuestra bondad subyugad el corazón de los pecadores,
pues ellos son nuestros hermanos e hijos vuestros,
que al dulce Jesús costaron sangre divina
y a vuestro Corazón indecibles dolores.
Mostraos hoy para con todos Reina, verdadera de paz y de perdón.
Ave María...
 
En verdad, en verdad, Señora, nosotros, aunque hijos vuestros,
con las culpas cometidas hemos vuelto a crucificar en nuestro pecho a Jesús
y traspasar vuestro tiernísimo Corazón.
 
Sí, lo confesamos, somos merecedores de los más grandes castigos;
pero tened presente, oh Madre, que en la cumbre del Calvario
recibisteis las últimas gotas de aquella sangre divina
y el postrer testamento del Redentor moribundo;
y que aquel testamento de un Dios, sellado con su propia sangre,
os constituía en Madre nuestra, Madre de los pecadores.
 
Vos, pues, como Madre nuestra, sois nuestra Abogada y nuestra Esperanza.
Y por eso nosotros, llenos de confianza, entre gemidos,
levantamos hacia Vos nuestras manos suplicantes
y clamamos a grandes voces:
¡Misericordia, oh María, misericordia!
 
Tened, pues, piedad ¡oh Madre bondadosa!,
de nosotros, de nuestras familias, de nuestros parientes;
de nuestros amigos, de nuestros difuntos y, sobre todo, de nuestros enemigos
y de tantos que se llaman cristianos y, sin embargo,
desgarran el amable Corazón de vuestro Hijo.
Piedad también, Señora, piedad, imploramos para las naciones extraviadas,
para nuestra querida patria y para el mundo entero,
a fin de que se convierta y vuelva arrepentido a vuestro maternal regazo.
¡Misericordia para todos, oh Madre de las misericordias!
Ave María...
 
¿Qué os cuesta, oh María, escucharnos, qué os cuesta salvarnos?
¿Acaso vuestro Hijo divino no puso en vuestras manos
los tesoros todos de sus gracias y misericordias?
Vos estáis sentada a su lado con corona de Reina,
rodeada de gloria inmortal sobre todos los coros de los Ángeles.
Vuestro dominio es inmenso en los cielos,
y la tierra con todas las criaturas os está sometida.
Vuestro poder, ¡oh María!, llega hasta los abismos, puesto que Vos, ciertamente,
podéis librarnos de las asechanzas del enemigo infernal.
Vos, pues, que sois todopoderosa por gracia, podéis salvarnos;
y si Vos no queréis socorrernos por ser hijos ingratos e indignos de vuestra protección,
decidnos, al menos a quién debemos acudir para vernos libres de tantos males.
¡Ah!, no: vuestro Corazón de Madre no permitirá que se pierdan vuestros hijos.
Ese divino Niño, que descansa sobre vuestras rodillas,
y el místico Rosario que lleváis en la mano,
nos infunden la confianza de ser escuchados,
y con tal confianza nos postramos a vuestros pies, nos arrojamos como hijos débiles
en los brazos de las más tierna de las madres, y ahora mismo, sí,
ahora mismo, esperamos recibir las gracias que pedimos. Amén.
Ave María...
 
(Pidamos la bendición de la Virgen María):
 
Otra gracia más os pedimos, ¡oh poderosa Reina!,
que no podéis negarnos en este día.
Concedednos a todos, además de un amor constante hacia Vos,
vuestra maternal bendición.
No, no nos retiraremos de vuestras plantas hasta que nos hayáis bendecido.
Bendecid, ¡oh María!, en este instante al Sumo Pontífice.
A los antiguos laureles e innumerables triunfos alcanzados con vuestro Rosario,
y que os han merecido el título de Reina de las Victorias, agregad este otro:
el triunfo de la Religión y la paz de la trabajada humanidad.
Bendecid también a nuestro Prelado, a los Sacerdotes
y a todos los que celan el honor de vuestro Santuario.
Bendecid a los asociados al Rosario Perpetuo
y a todos los que practican y promueven
la devoción del vuestro Santo Rosario.
 
Oh Rosario bendito de María, dulce cadena que nos une con Dios,
vínculo de amor que nos une a los Ángeles,
torre de salvación contra los asaltos del infierno,
puerto seguro en el común naufragio, no te dejaremos jamás.
Tú serás nuestro consuelo en la hora de la agonía.
Para ti el último beso de la vida que se apaga.
Y el último susurro de nuestros labios será tu suave nombre,
oh Reina del Rosario, oh Madre nuestra querida,
oh Refugio de los pecadores, oh Soberana consoladora de los tristes.
Que seas bendita por doquier, hoy y siempre, en la tierra y en el cielo.
Salve...

 

jueves, 6 de octubre de 2016

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DE POMPEYA

En este día 7 de octubre, festividad de Nuestra Señora del Rosario, quiero relatar la historia de una advocación que nos lleva a tierra italiana.
 
Nuestra Señora del Rosario de Pompeya.
 
De todos es sabido que la Virgen del Rosario posee un culto muy antiguo, representada en muy diversos cuadros. En uno de estos se sitúa el origen del santuario de Pompeya, cuya historia está ligada a la vida de su fundador, el Beato Bartolomé Longo, nacido en Latiano en 1841.
 
Beato Bartolomé Longo
 
Siendo Bartolomé estudiante de Derecho en Nápoles, perdió la fe católica en la que había sido educado por su familia, comenzando a asistir a nefastas prácticas de espiritismo. Fue gracias a un amigo como conoció al dominico Alberto Radente, que terminaría convirtiéndose en su amigo, maestro y director espiritual, conduciendo a Bartolomé a la Orden de Santo Domingo, en la cual adoptó el nombre de Fray Rosario, y dedicándose a partir de ese momento a promocionar la práctica del Rosario y a asistir a los más necesitados.
 
Pero ¿qué fue lo que motivó ese cambio en su trayectoria vital? El propio Bartolomé lo relataba de la siguiente forma:
 
"Un día, mi corazón se encontraba invadido por el desánimo, me sentía profundamente triste, casi podría decirse en situación de desesperación. Me puse a caminar sin un destino concreto. A mi alrededor no se veía ni un alma. Entonces me detuve en seco y sentí que me estallaba el corazón. En medio de esa tiniebla interior, me pareció escuchar una voz que me susurraba al oído: "Si buscas la salvación, propaga el Rosario. Es promesa de María. ¡Quién propaga el Rosario, se salva!" Esas palabras fueron como un destello que me iluminó en una noche oscura. Yo era víctima de Satanás, que me tenía atado como a su presa. En ese momento, se dio cuenta de su derrota. Entonces grité: "Si es verdad que tú has prometido a Santo Domingo que quien propaga el Rosario se salva, yo me salvaré, porque no saldré de esta tierra de Pompeya sin haber propagado aquí tu Rosario." No obtuve respuesta, pero sentí que aquel grito de angustia sería escuchado algún día. Entonces, escuché el toque del Angelus del mediodía. Me arrodillé y recité la oración dirigida a María. Cuando me puse en pie, me percaté que una lágrima corría por mi mejilla. Tomé la determinación de promover con todas mis fuerzas la devoción del Rosario."
 
De esta manera, en poco tiempo, Bartolomé Longo comenzó a reunir a la pobre gente de la humilde parroquia de Pompeya, y buscó una imagen de la Virgen del Rosario, que le fue donada por una religiosa. El célebre cuadro representa a la Virgen en el trono con el Niño Jesús. Nuestra Señora aparece ofreciendo el Rosario a Santa Catalina, mientras el Hijo ofrece a Santo Domingo un Rosario de coral rojo como símbolo del sacrificio de Jesús en la Cruz. Desde el instante en que el cuadro fue expuesto en la capilla del pueblo, comenzaron a producirse los milagros, dando lugar a la peregrinación de multitud de fieles, lo cual motivó la construcción del santuario que se conoce hoy en día.
 
Santuario de Nuestra Señora de Pompeya.
 
Tomemos pues ejemplo del Beato Bartolomé, y ante la angustia, las situaciones desesperadas o los ataques del demonio, acudamos a María Santísima, pongámonos en sus bondadosas y misericordiosas manos, y veremos cómo somos asistidos por tan excelsa Señora. Tal como decía el Santo Cura de Ars: "Dirijámonos a Ella con gran confianza, y estemos seguros que, por muy miserables que seamos, Ella nos concederá la gracia de nuestra conversión."
 
Si somos sus fieles devotos y rezamos su Santo Rosario, Ella nos tomará siempre bajo su protección.
 
Y en este día, no olvidemos la célebre frase del Papa San Pío X:
 
 
 
FOTOS: Google

domingo, 2 de octubre de 2016

OFRECIMIENTO AL SANTO ANGEL DE LA GUARDA


 
Ángel de Dios, que estás encargado de mi custodia desde el primero hasta el último instante de mi vida: aunque me reconozco indigno de tus amores y cuidados, todavía, seguro de que me amas y tienes ardiente celo de mi salvación, te elijo en este día en presencia de toda la corte celestial, para que seas mi especial protector y guía.
 
Propongo firmemente honrarte todos los días de mi vida, seguir fielmente todos tus consejos, y obedecer las órdenes que Dios me comunique por tu ministerio; y suplícote, fidelísimo Custodio mío, que continúes  haciéndome tan buenos oficios, y asistiéndome sin cesar con tu poderosa intercesión.
 
 Líbrame de los lazos de Satanás, mi cruel enemigo; defiéndeme de los terribles combates con que me asalta; ilumina mi espíritu, abrasa mi voluntad, y enséñame el camino que conduce a la verdad  y aleja del error.
 
Ínclito Príncipe  de la corte del Rey de reyes, ofrece mis oraciones al Señor, e intercede con Él para que se muestre propicio a mis súplicas: consuélame en mis trabajos, y presérvame del pecado.
 
Si alguna vez tuviere la desgracia de apartarme de la senda de la virtud, vuélveme luego al buen camino, y no me desampares un solo momento; pero sobre todo, fortalece mi alma en el terrible trance de la muerte, y llévala al Cielo, como la del pobre pero dichosísimo Lázaro, a fin de que, en compañía de todos los santos, alabe y bendiga a Dios con ellos, contigo, y con toda la milicia angélica, por todos los siglos de los siglos. Amén.