lunes, 25 de julio de 2016

RECORDANDO A OTTO DE HABSBURGO

Es un hecho indiscutible, Europa lleva mucho tiempo suicidándose. En los últimos tiempos, contemplo con dolor las muertes consecuencia de ataques terroristas en diversas ciudades europeas, y contemplo atónita a miles de ciudadanos y a dirigentes guardando minutos de silencio y colocando mensajitos en los lugares de los ataques. Hacer eso es, más bien, propio de ateos y masones. Las iglesias deberían llenarse de gente en oración sin embargo, no es así. Los silencios, los mensajes escritos...no sirven de nada. Lo único útil es la oración, pero ¿cómo pedir oraciones a una sociedad que hace mucho tiempo le ha dado la espalda a Dios?
 
Cuando salgo por la puerta de mi casa, soy consciente de que me enfrento a un mundo hostil, todo lo que nos rodea es más propio del satanismo que de una sociedad con raíces cristianas. Y así lo enfatizan también todas nuestras autoridades, que no dudan en eliminar todo símbolo cristiano. Es más, son capaces de participar en una ceremonia satánica a la hora de inaugurar un túnel que une dos naciones europeas, pero incapaces de presidir una misa para pedir por las almas de sus compatriotas muertos. Y si además tenemos que escuchar a un Primer Ministro diciendo a los franceses que a partir de ahora deben acostumbrarse a convivir con el terrorismo, la situación es patética y clama al cielo.
 
Es evidente que nuestra clase política está desprestigiada, pero no nos engañemos, es un fiel reflejo de la sociedad a la que gobierna. Vivimos una época gris, más que gris, oscura en todos los sentidos. No existen hombres de estado, con principios sólidos, capaces de liderar y regir el destino de sus naciones por la senda correcta.
 
En momentos así, vienen a mi mente grandes figuras del pasado, y en concreto un nombre, Otto de Habsburgo, príncipe imperial y archiduque de Austria, hijo del último emperador austriaco el Beato Carlos I y su esposa la emperatriz Zita. Cuando se acaban de cumplir cinco años de su fallecimiento y Europa se adentra cada vez más en su declive, su figura es una referencia necesaria.
 
Otto de Habsburgo
 

El pequeño Otto junto a sus padres, los emperadores Carlos I y Zita.
 
Otto de Habsburgo fue un "emperador" sin corona y sin imperio, que acabó desintegrado por culpa del fenómeno nacionalista y por decisión de las potencias vencedoras en la primera guerra mundial. El imperio austro-húngaro fue un impresionante estado multinacional y multicultural cuya desintegración no trajo la felicidad prometida a los pueblos que lo integraban. Otto conoció el exilio pero nunca se mostró como un hombre nostálgico del pasado, más bien demostró siempre una gran capacidad de adaptación a la realidad cambiante que tuvo que experimentar desde su infancia. Dedicó su vida a trabajar por la unidad europea desde su puesto de diputado en el parlamento europeo, a la lucha contra los totalitarismos, y publicó numerosos escritos sobre política y economía.
 
El archiduque Otto contrajo matrimonio con la princesa alemana Regina de Sajonia y fueron padres de siete hijos.
 
Otto de Habsburgo con el Papa Juan Pablo II.
 
El archiduque Otto junto a su esposa Regina, hijos y nietos de peregrinación en Santiago de Compostela, en el año 2009. Como cristianos y europeos, los Habsburgo eran y son conscientes de la importancia de Santiago como lugar de espiritualidad cristiana y así lo quisieron inculcar a sus descendientes. Casi todos los años se dejaban ver en la capital gallega para venerar los restos del Apóstol Santiago.
 
Siempre fue fiel a sus principios cristianos y trabajó en favor de una unión europea que respetara sus raíces cristianas.  En sus palabras siempre se dejaba traslucir su sentido trascendente de la vida, así lo dejó entrever cuando declaró que la caída del régimen soviético se había logrado por la actuación directa del Todopoderoso, o cuando afirmaba con toda la razón que "entre los políticos, algunos piensan en las próximas generaciones mientras que otros no piensan más que en las próximas elecciones". Siempre denunció la actitud de los políticos de izquierda que se negaban a aceptar cualquier referencia a la existencia de Dios, manifestando que "sería necesario abandonar el intento de convertir a los hombres en dioses y reconocer que existe un Dios que nos ha creado y cuyas leyes debemos respetar". Esta postura se une a lo que él entendía como una política monárquica frente a una política republicana, tal como explicó con las siguiente palabras:
 
"Yo quiero llevar a la política europea personas con una cierta actitud intelectual, con una postura política que me parece monárquica. No en el sentido de Monarquía como forma de Estado, sino como actitud. El monárquico tiene una actitud diferente ante ciertas cosas. He encontrado muchas veces republicanos que están centrados en su propio interés. En cambio, los parlamentarios que tienen una tradición monárquica trabajan mucho más. Porque sienten que tienen una responsabilidad ante Dios por encima de las gentes que los enviaron allí. Mucha gente no se da cuenta de eso. Esta noción, "por la gracia de Dios" , es una noción enormemente importante. Porque nos enseña que somos responsables ante una autoridad  más alta que nosotros o que otras autoridades mundiales. Que estamos obligados "por la gracia de Dios", a la que debemos el estar en política, ya sea como Monarca o como diputado. Todo el poder viene de Dios y debemos responder de este poder a Dios. Y si aún tenemos una pequeña fracción de ese poder, debemos emplearlo siempre con un sentido de la responsabilidad absoluto. Pero antes de llegar a Dios, somos responsables ante los demás. Debemos hacer lo mejor para todos. Si Dios nos ha dado un pequeño trozo de su potencia es para ser responsables  ante los que representamos y a los que debemos el estar en este lugar. Muchas veces tenemos que tomar decisiones  que pueden ser trascendentales para la comunidad. Diré francamente que hay mucha gente mucho más religiosa que yo, pero en ciertas votaciones sólo encuentro en la oración el camino para buscar la opción justa para la gente que represento. Yo tengo ese pequeño poder que tiene un diputado entre muchos otros. Pero tengo una responsabilidad ante Dios, lo que significa que debo hacer el máximo por la gente a la que represento. Muchas veces hay el reto de tomar una decisión correcta. Ésta es un poco una actitud monárquica. Veo a otras personas que la tienen también. Y todos son en el fondo monárquicos."
 
¡Qué diferente sería nuestra Europa si sus dirigentes siguieran la estela de Otto de Habsburgo!
 
No espero nada de personas que viven apartadas de Dios, pero desde aquí rezo y pido:
"Europeos, reaccionad y regresad a los brazos del Todopoderoso."
 
 
 

HIMNO Y ORACION AL APOSTOL SANTIAGO, PATRON DE ESPAÑA


 
HIMNO
 
Santo Adalid, Patrón de las Españas,
Amigo del Señor:
Defiende a tus discípulos queridos,
protege a tu nación.
 
Las armas victoriosas del cristiano
venimos a templar
en el sagrado y encendido fuego
de tu devoto altar.
 
Firme y segura como aquella Columna
que te entregó la Madre de Jesús,
será en España la santa fe cristiana,
bien celestial que nos legaste Tú.
 
¡Gloria a Santiago, Patrón insigne!
Gratos, tus hijos, hoy te bendicen.
 
A tus plantas postrados te ofrecemos
la prenda más cordial de nuestro amor.
¡Defiende a tus discípulos queridos!
¡Protege a tu Nación!
¡Protege a tu Nación!
 
 
 
 
 ORACIÓN
 
¡Oh Bienaventurado Apóstol, que, escogido entre los primeros, fuiste el primero de los Apóstoles que mereciste beber el Cáliz del Señor!
 
¡Oh gloriosa Nación Española, fortalecida con tal Patrón y enriquecida con la prenda de su Santo Cuerpo, por cuya intercesión te hizo tan grandes favores el Todopoderoso!
 
V. Ruega por nosotros Bienaventurado Santiago.
R. Para que seamos dignos de las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
 
Acepta, Señor, las súplicas que te dirigimos por medio  de tu Apóstol Santiago, Patrono de España, y haz que la peregrinación a su Sepulcro, faro de unidad cristiana, nos disponga a recorrer juntos el camino que conduce a la gloria eterna.
 
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
 
 
 

domingo, 17 de julio de 2016

AMISTAD, ACOGIDA Y SABER ESCUCHAR

El Evangelio de hoy recoge tres aspectos a tener en cuenta en cualquier relación de amistad, los tres importantes y complementarios. Cultivar la amistad, ser acogedor y hospitalario con nuestros amigos y saber escuchar.

 
Según iba de camino, Jesús entró en una aldea y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía Marta una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba Su palabra. Marta, en cambio, estaba atareada con los muchos quehaceres del servicio. Entonces Marta se acercó a Jesús y le dijo: "Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en la tarea? Dile que me ayude." Pero el Señor le contestó: "Marta, Marta, andas inquieta y preocupada por muchas cosas, cuando en realidad una sola es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la quitará."
(Lc 10, 38-42)
 
¿Cultivamos la amistad, somos acogedores, sabemos escuchar?
 
 
 

sábado, 16 de julio de 2016

ORACION A NUESTRA SEÑORA DEL CARMEN

Nuestra Señora del Carmen
Iglesia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis
Foto: María Luz
 
Salve María, flor del Carmelo,
dulce consuelo del mortal, guía a tus hijos,
Madre adorada, a la morada celestial.
Desde los cielos la Virgen bella,
nuestra plegaria escuchó
y compasiva, cual tierna Madre,
llena de gracia descendió.
Su voz divina de nuestras almas venció
el aroma de su amor,
y en rica prenda de sus ternuras,
su escapulario nos dejó.
Salve María, flor del Carmelo,
dulce consuelo del mortal,
guía a tus hijos, Madre adorada,
a la morada celestial.
Virgen del Carmen, Reina del Cielo,
nuestros lamentos ven a oír,
porque tus hijos tan sólo anhelan
tu dulce nombre bendecir.
Sólo anhelamos junto a tu trono,
viendo tu rostro, siempre vivir.
Virgen del Carmen, Madre querida,
guárdanos siempre junto a Ti.
Salve María, flor del Carmelo,
dulce consuelo del mortal,
guía a tus hijos, Madre adorada,
a la morada celestial.
 
Iglesia de Nuestra Señora del Carmen y San Luis.
Foto: María Luz
 
Rosa del Carmelo, perfúmanos en el alma y en el cuerpo para que seamos bueno olor de Cristo en medio de nuestros hermanos. Dios te salve, María...
 
Estrella del mar, conduce nuestra tranquila barquilla en la noche oscura del destierro hasta las playas luminosas de la patria. Dios te salve, María...
 
Reina del cielo, que un día, junto a ti, gocemos de una eternidad para proclamar la grandeza del Señor, porque el Poderoso hizo en ti maravillas. Dios te salve, María...
 
Foto: María Luz
 
 

martes, 12 de julio de 2016

DOÑA LUCILIA

La primera vez que vi el rostro de Doña Lucilia fue en una estampita con la que fui obsequiada hace exactamente un año. Con justicia se dice que la cara es el espejo del alma, pues al contemplar aquella fotografía vi a una venerable dama que transmitía bondad a través de su rostro. En aquel momento, no podía imaginar que Dña. Lucilia me "acompañaría" en meses venideros durante mi preparación para mi Consagración a Jesús por María, viendo cada semana su Quadrinho y descubriendo pequeños detalles de su personalidad.
 
Transcurridos varios meses y acercándose la fecha de mi Consagración, me pregunté si existiría una obra que recogiera su vida con la finalidad de conocer más en profundidad su atrayente personalidad. Cuál sería mi sorpresa cuando ese deseo se vio materializado en un hermoso libro, un volumen bellamente editado y digno de su protagonista.
 
"Doña Lucilia"
Foto: María Luz
  
Me dediqué a hojearlo y todo lo que descubría en su interior era bello y encantador, desde las fotografías que lo ilustraban, las cartas incluidas y las anécdotas leídas al azar. Supe inmediatamente que tenía ante mí un auténtico libro de cabecera. No me equivoqué.
 
Ansiaba iniciar su lectura pero las distintas ocupaciones, las lecturas pendientes de conclusión y algún que otro escrito por publicar en este blog no me lo permitían, sin embargo la portada con la imagen de Dña. Lucilia me invitaba a abrir las páginas del libro e iniciar su lectura sin más dilación.
 
Su autor, Monseñor Joao Scognamiglio Clá Días, ha relatado la vida de la protagonista de forma amena y bien estructurada, plasmando en cada línea el afecto y la admiración que siente por ella. Leer esta obra constituye una auténtica delicia espiritual por el conjunto de virtudes de su protagonista y por la elegante redacción utilizada por su autor.

En esta ocasión, no ofreceré un resumen de la biografía de Doña Lucilia, pues este libro es un cofre de tesoros que cada quien deberá abrir y descubrir por sí mismo, y yo no soy quién para desentrañar todos los aspectos recogidos en la obra, pero debo reconocer que su lectura me ha hecho evocar un sinfín de temas que me han atraído desde siempre y con los cuales me siento totalmente en consonancia: vida familiar, ambiente de la época, notas históricas, costumbres, la prevalencia de la moral, la cortesía, la amabilidad, y el respeto en el trato y relaciones personales.

Lucilia Ribeira dos Santos, dama de la aristocracia paulista, destacó desde su más tierna infancia por ser un ejemplo de virtud, línea que mantuvo a lo largo de su vida, siendo un ejemplo y una inspiración para todos los que tuvieron la gran dicha de conocerla. Miembro de una familia eminentemente tradicional, monárquica y católica, fue una dama de la Belle Époque, ese período que abarca desde finales del siglo XIX hasta el inicio de la primera guerra mundial, caracterizada por el refinamiento de todos los aspectos de la vida.

 
Doña Lucilia en París.
 
Doña Lucilia luciendo uno de sus trajes de ceremonia.
 
Desde edad muy temprana, nuestra protagonista comprendió que nuestras vidas se desarrollan en un valle de lágrimas, y tal como me ocurrió a mí, pronto se dio cuenta que su visión del mundo era opuesta al rumbo que seguía el resto de la humanidad. Me identifico plenamente con ella en ese rechazo que me provoca la agitación de la vida moderna, en su amor por la tradición, por las cosas antiguas y su "frialdad hacia las modernas, en lo que éstas tenían de revolucionario"...Revolución, ¡qué concepto tan espantoso! En estas ideas, que comparto al cien por cien, he encontrado en Doña Lucilia un faro, un pilar al que agarrarme en medio de una sociedad en la cual, ambas, cada una en su época y con sus circunstancias, hemos nadado contra corriente, y una verificación de que la fe en Dios es primordial, sabiendo que jamás abandona a ninguna de sus criaturas.

Doña Lucilia es una inspiración para todos los que tratamos de ser fieles a nuestros principios católicos en una sociedad que nos invita a abandonarlos. Esos principios que deben impregnar nuestras vidas en todos sus aspectos, y que no se limitan a meras prácticas de piedad que se realizan determinados días de la semana o a determinadas horas. Doña Lucilia tuvo que navegar y mantenerse a flote en un período en que se inauguró la "mentalidad moderna",  que trataba de imponer nuevos modos de ver la vida, dando importancia a vivir bien el momento presente, sin importar nada más, y sin distinguir entre el bien y el mal. Doña Lucilia fue todo un ejemplo de fidelidad a los principios enseñados por la Santa Iglesia Católica, frente a una mayoría que cede ante la modernidad para terminar muriendo espiritualmente. "Mientras las generaciones que iban surgiendo tenían los ojos puestos en la modernidad, ella había colocado los suyos en la eternidad".

Imagen del Sagrado Corazón de Jesús, regalo de su esposo.

Así se manifestó a lo largo de su infancia, juventud, y edad adulta, en todos las etapas de su vida, abarcando su papel como esposa, madre y educadora de dos hijos. Para lograrlo, se apoyó siempre en su gran devoción al Sagrado Corazón de Jesús y a su Santísima Madre. Siempre hizo el bien por amor a Dios, aun cuando recibiera a cambio la ingratitud. Poco importaban las desazones que la vida le trajera, porque jamás fue presa del desánimo o la amargura. Todo lo contrario, siempre hizo gala de dulzura, gentileza, bondad, firmeza y de una inmensa paz que irradiaba a su alrededor.

"Sus gestos y actitudes siempre eran armoniosamente equilibrados y distinguidos, sin la menor agitación.Constituían manifestaciones de su privilegiada alma."

De la misma forma en que me siento atraída por esas grandes cualidades de la dama que me ocupa, comparto su amor y admiración por la cultura europea y muy en particular por Francia, mi país natal, y por el que Doña Lucilia sentía gran fascinación. "El alto deseo de perfección espiritual de Doña Lucilia, se reflejaba en una total consonancia con el buen gusto y el charme francés que su alma encontraba allí...Consideraba que los franceses poseían y representaban la delicadeza de sentimientos...Según su concepción, admirar Francia, dejarse embeber y modelar por ella, era un deber de todos los hombres. Sentía una total afinidad con ese país, que se mantuvo intacta hasta el fin de su vida".

Esta referencia a Francia, a sus realidades y a las tradiciones europeas en su conjunto, nos conduce a considerar la importancia de todo aquello que es bello, que nos enriquece culturalmente, lo cual contribuye a  que nuestro espíritu sea elevado y que nuestra alma se vea beneficiada, huyendo de la vulgaridad de la vida moderna y de todo aquello que nos rebaje. Cada cual, en sus circunstancias, debe esforzarse por no dejarse arrastrar por la corriente mayoritaria que trata de igualarnos hacia abajo. Siempre que nos mantengamos en contacto con lo maravilloso, nuestro espíritu se mantendrá en un nivel superior, ayudándonos a sobrevivir en medio de este desierto en el que nos ha tocado vivir.

Cierto es que nadar contra corriente no es fácil, requiere un gran esfuerzo y a menudo nos veremos azotados por inesperadas olas, haciendo incluso que nos veamos aislados, pero conocer la vida de Doña Lucilia nos ayudará en ese intento, nos inspirará, nos dará fuerzas para no caer nunca en el desánimo.

Tuvo una vida santa, e igual de santa fue su muerte, o mejor dicho, su paso a la eternidad, que se produjo con total serenidad.

Nada mejor para concluir este escrito que reproducir las palabras dedicadas a ella por su hijo, el Dr. Plinio, destacado líder católico, que recordando a su madre, decía así: "Yo la admiraba mucho más por ser ella como era y por la virtud que discernía en ella, que por ser mi madre. De tal manera que, si ella fuese madre de otro, y no mía, haría lo posible por ir a vivir junto a ella".

Doña Lucilia hizo gala de distinción, señorío, categoría y sensibilidad de alma, cualidades que se resumen en lo que se ha denominado el "lema luciliano": Vivir es estar juntos, mirarse y quererse bien. Sin duda, toda una lección de vida.



FOTOS:
luciliacorreadeoliveira.com
nobility.org

 

ESTAMPAS RELIGIOSAS "DENTELLE"

Al poco de iniciar este blog, dediqué una pequeña entrada al tema de las estampas religiosas de épocas pasadas, titulándola "Estampas Vintage", y ya entonces afirmé que, en mi opinión, no hay estampas religiosas que reflejen la piedad de una forma tan bonita como las estampas antiguas. Todas ellas transmiten una dulzura y una paz inigualables.
 
En mi gusto por los objetos antiguos, hay unas estampas religiosas que me parecen maravillosas, elaboradas en papel blonda, que reproducen imágenes piadosas a modo de encajes y que se elaboraban en el siglo XIX. Desconozco si al día de hoy se siguen creando, creo no equivocarme al decir que ya deben haberse convertido en artículos de coleccionista. Comparto hoy estas estampas dentelle, casi todas ellas elaboradas en Francia y que son una auténtica delicia para los amantes de las cosas bonitas, y las más especiales para todos los que amamos los objetos de piedad.