viernes, 5 de enero de 2018

EL NIÑO JESÚS DE PRAGA: UNA DEVOCIÓN CON ACENTO ESPAÑOL

En estos días navideños en que todos hemos vivido venerando la tierna imagen del Niño Jesús, quiero traer a este blog una de mis devociones más queridas, la del Santo Niño Jesús de Praga. Su pequeña figura se encuentra en la capital de la actual República Checa, sin embargo tiene un claro origen español, lo cual hace que nos resulte cercano a pesar de la distancia. Para empaparnos de ese especial acento español que rodea a dicha imagen, vamos a retrotraernos en el tiempo, viajando al Reino de Bohemia en pleno siglo XVI.
 
 
Bohemia, en el siglo XV, había sufrido a causa de las guerras libradas contra los husitas, protagonistas de un movimiento revolucionario reformador que más tarde se uniría a la reforma protestante de Lutero, dando lugar a revueltas y guerras en pleno siglo XVI. Fue la llegada de Fernando I de Habsburgo, hermano de Carlos I de España y V de Alemania, la que supuso una clara influencia de la esfera románico-católica en aquella tierra. Fernando, hijo de Felipe el Hermoso y de Juana I de Castilla (Juana la Loca), había nacido en Alcalá de Henares, y se había criado en la corte de sus abuelos los Reyes Católicos. Contrajo matrimonio con Ana Jagellón de Hungría y Bohemia, razón por la cual, tras la muerte del rey Luis II de Hungría sin descendencia, Fernando reclamó su derecho a ambos tronos. Fue elegido rey de Bohemia en 1526 por la nobleza del país. En 1558 se convertiría en Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
 
Fernando I de Habsburgo

Ana Jagellón de Hungría y Bohemia

Bohemia dejó de sentirse marginada por los conflictos del pasado, a verse enriquecida por grandiosas construcciones como el Palacio de Verano y los Jardines Reales que hasta el día de doy engalanan el aspecto del Castillo de Praga. La corte de Fernando I alternaba sus estancias en Praga y en Viena, apareciendo en la misma personajes españoles como Cristóbal de Castillejo, amigo de juventud del monarca, poeta famoso, que desempeñó la función de su secretario, y cuya labor fue fundamental en la entrada de la cultura española en Bohemia. Este hecho venía firmemente impulsado por ser el imperio español la mayor potencia de la época, defensora y garante de la religión católica frente al Islam y al protestantismo. Era evidente, por tanto, que el impulso católico llegara a todas las regiones situadas bajo del influjo de su poder imperial.
 
En 1556 se asentó en Bohemia la Compañía de Jesús, obra de San Ignacio de Loyola, cuya labor se vio principalmente plasmada en la educación y en las misiones.
 
Uno de los hijos del matrimonio formado por Fernando y Ana, el futuro emperador Maximiliano II viajó a España para contraer matrimonio con su prima hermana María de Austria y Portugal, hija del emperador Carlos V. Pasados muchos años, sería nuestro rey Felipe II, quien hospedaría y educaría en su corte a dos de los hijos de Maximiliano. Uno de ellos se convertiría en el emperador Rodolfo II y escogería Praga como residencia permanente.
 
Maximiliano II y su familia.
 
Rodolfo II
 
Como es de suponer, el vínculo con España seguía siendo patente, plasmándose en las intensas relaciones diplomáticas en las que participaban miembros de la nobleza de ambos países. Entre los embajadores españoles residentes en la corte imperial se encontraba Juan de Borja y Castro, hijo de San Francisco de Borja, quien cambió su papel de cortesano por el de jesuita, y cuya estatua puede verse atravesando el famoso Puente de Carlos en Praga. Otro de los embajadores españoles fue Guillén de San Clemente, que vivió y murió en Praga, y cuyos restos descansan en la Iglesia de Santo Tomás.
 
Estatua de San Francisco de Borja en el Puente de Carlos.
 
Juan de Borja y Castro.
 
Guillén de San Clemente.
 
Por su parte, también miembros de la nobleza de Bohemia fueron protagonistas de la marcada influencia española. Cabe destacar al emisario personal del emperador Maximiliano II, Vratislav de Pernstejn, barón libre de Pernstejn, que contrajo matrimonio con Doña María Manrique de Lara, hija del caballero español Don García Manrique de Lara, quien servía al emperador Carlos V en Italia. Al año siguiente de la boda, Vratislav, miembro del denominado "partido español" de Praga, se convirtió en caballero de la Orden del Toisón de Oro, que reconocía sus méritos políticos y diplomáticos. Prestó también sus servicios a la corona española como mediador entre la nobleza católica y la protestante, conservando su lealtad al rey de España hasta el momento de su muerte.
 
 


Vratislav II de Pernstejn
 
  Doña María Manrique de Lara junto a su hija Polixena

Su esposa Doña María Manrique de Lara pertenecía al séquito de la reina y emperatriz María, que siendo hermana del rey Felipe II, llevó a la corte imperial la influencia hispánica, en la cual también jugó su papel Doña María. Esta dama dio siempre muestras de su gran fervor católico, promoviendo las misiones de los jesuitas, aun cuando ella se identificaba más con la espiritualidad carmelita, coincidiendo con Santa Teresa de Jesús en su gran devoción al Niño Jesús.
 
Entre la numerosa prole nacida del matrimonio entre Vratislav y María, destacó su hija Polixena, que llegaría a casarse en 1587 con Guillermo Ursino de Rosenberg, barón de Krumlau, quien también perteneció a la orden del Toisón de Oro por su defensa de los intereses hispanófilos. Tras el fallecimiento de su esposo, contrajo segundo matrimonio en 1603 con el príncipe Sidonio de Lobkowicz, gran canciller del Reino de Bohemia, partidario también de la política hispanófila.
 
Detalle de la pequeña Polixena.
 
Guillermo de Rosenberg (Vilem de Rozmberk), primer esposo de Polixena.
 
Sidonio de Lobkowicz, primer príncipe Lobkowicz, segundo esposo de Polixena.
 
Polixena, princesa de Lobkowicz
 
En tiempos del emperador Fernando II, nieto de Fernando I de Habsburgo, en el marco de la Guerra de los Treinta Años, tuvo lugar la batalla de la Montaña Blanca (8 de noviembre de 1620), en la que los checos se enfrentaron al ejército combinado del Sacro Imperio Romano Germánico, a las tropas españolas y a las de la Liga Católica alemana. La victoria de los católicos supuso la entrada de las tropas imperiales en la capital de Bohemia y el sometimiento de los protestantes. Es necesario precisar que la princesa Polixena destacó siempre por sus grandes dotes intelectuales y de estadista, desempeñando un destacado papel a la hora de apoyar la influencia española y católica. Fue ella quien fomentó la vuelta del catolicismo a Moravia, mientras que su esposo influyó para que, al morir el emperador Matías sin descendencia, le sucediera el archiduque Fernando (Fernando II) en 1617, convirtiéndose éste, junto al príncipe Lobkowicz en instrumentos decisivos para acabar con el luteranismo en sus estados. Para conmemorar la victoria de la Montaña Blanca, Fernando II fundó en 1620 un monasterio de Carmelitas Descalzos en Praga, ofreciéndoles  la que había sido iglesia luterana de la Santísima Trinidad, a condición de que fuera consagrada a Nuestra Señora de la Victoria y a San Antonio de Padua. La reconstrucción de la iglesia fue subvencionada por los españoles que participaron en la batalla.
 
Fernando II
 
Batalla de la Montaña Blanca
 
Iglesia de Nuestra Señora de la Victoria en Praga
 
Interior del templo.
 

A la izquierda, altar de Santa Teresa de Jesús.
A la derecha, altar de San Juan de la Cruz.
Ambos santos españoles supieron transmitir a la Orden Carmelitana
su gran devoción a la Divina Infancia de Jesús.
 
Tras haber realizado este recorrido a lo largo de la Historia, es hora de centrarnos en el protagonista real de este escrito: El Santo Niño Jesús de Praga. El origen de esta estatuilla está rodeado por el misterio. Algunos apuntan a que pudo pertenecer a Santa Teresa de Jesús. La leyenda afirma que la figurilla fue elaborada por un fraile de un convento situado entre Córdoba y Sevilla, de nombre Fray José de la Santa Casa, que sentía especial veneración por el Divino Infante, y que realizó la estatuilla tras habérsele aparecido el Niño Jesús. Lo cierto es que la figurita fue recibida por Doña María Manrique de Lara de manos de su madre como regalo de boda, llevándola consigo a Bohemia, quien a su vez la regaló a su hija Polixena cuando ésta contrajo matrimonio. Los religiosos carmelitas se habían visto favorecidos por la ayuda de Polixena, y cuando Praga volvió a verse asolada por la guerra en 1628, el monasterio pasó a un estado de pobreza que impresionó especialmente a la princesa, quien se presentó ante los carmelitas para ofrecerles como regalo la figurilla del Niño Jesús que tan querida era para ella, diciéndoles:
 
"Os doy lo más querido que tengo; honrad y respetad esta imagen del Niño Jesús y nada os faltará".
 
Polixena entregando a los carmelitas la imagen del Niño Jesús
 
La figura fue colocada en el oratorio del monasterio, siendo venerada por los religiosos, y muy especialmente por el Padre Cirilo. Muy pronto comenzaron a disfrutar de la ansiada prosperidad en su convento. Hasta que en 1631 los sajones invadieron Praga y los frailes se vieron obligados a trasladarse a Munich. Cuando regresaron en 1635, todo estaba asolado por la guerra. La iglesia había quedado destruida, el monasterio saqueado, y el Niño Jesús terminó en medio de los escombros con sus manos quebradas. El monasterio carecía de lo imprescindible para poder vivir. No fue hasta el regreso del Padre Cirilo en 1637 cuando se tomó conciencia de aquella figurita del Niño Jesús que todos habían venerado en el pasado. Fue el propio Padre Cirilo quien encontró la imagen en medio de los escombros, y tomándola en sus brazos con mucho amor la expuso de nuevo para ser venerada por los religiosos. Desde este momento, las tropas invasoras se retiraron y el convento comenzó poco a poco a prosperar. Un día en que el Padre Cirilo rezaba ante la imagen, escuchó con gran claridad estas palabras:
 
 "Tened piedad de mí y yo me apiadaré de vosotros. Devolvedme mis manos y yo os devolveré la paz. Cuanto más me honréis, más os bendeciré".
 
Padre Cirilo
 
El Padre Cirilo puso todo su empeño en conseguir la restauración de la estatuilla, pero el Padre Superior se negaba a ello debido a la pobreza en que todavía vivían. Habiendo conseguido una importante limosna por parte de un moribundo, el Superior siguió negándose a la restauración, prefiriendo comprar una imagen nueva. El día de su colocación, un candelabro se desprendió, cayendo sobre la imagen, que quedó reducida a pedazos. Por su parte, el Padre Superior enfermó y tuvo que cesar en su mando.
 
El nuevo Superior siguió negándose a reparar la imagen del Niño Jesús, ante lo cual, el Padre Cirilo decidió dirigirse a la Santísima Virgen solicitando su ayuda. Inmediatamente, recibió una limosna de una mujer que desapareció sin que nadie hubiera podido verla. Sin embargo, el Niño Jesús continuó sin manos.
 
Entonces el convento comenzó de nuevo a verse asolado por la desgracia tanto material como por la peste que acabó con muchas vidas. Sólo entonces el Superior se arrepintió de su actitud y prometió propagar la devoción al Santo Niño Jesús. Pero como la restauración de sus manos seguía sin realizarse, el Padre Cirilo tuvo de nuevo la alegría de escuchar las palabras del Divino Infante que le dijo:
"Colócame en la entrada de la Sacristía, y habrá quien se compadezca de mí".
 
Y así sucedió, porque no tardó en aparecer un desconocido, que percatándose de que el Niño Jesús carecía de manos, se ofreció a costear su reparación. A los pocos días, esa persona ganó un pleito que tenía pendiente pudiendo salvar su honor y su fortuna.
 
Cada vez se hacía más patente el carácter milagroso de la imagen, que siempre atendía las necesidades de sus fieles devotos. Por este motivo, los carmelitas deseaban construirle una capilla pública, cuyo lugar de ubicación le había sido indicado al Padre Cirilo por la Santísima Virgen. Sería en el año 1642 cuando la princesa Polixena costeó su edificación, inaugurándose el día de la fiesta del Santo Nombre de Jesús del año 1644. En 1651, el Superior General de los carmelitas aprobó la devoción al Santo Niño, difundiéndola los frailes entre lo fieles. El Niño Jesús recibió de manos del Conde Martinitz el regalo de una preciosa corona con perlas y diamantes, que le fue colocada en una solemne ceremonia de coronación en 1655 por el Arzobispo de Praga. Y en este mismo año, el Barón de Tallembert costeó la construcción de un magnífico altar destinado al Niño Jesús.
 
Entre los numerosos milagros atribuidos al Niño Jesús, destaca la curación la esposa de Enrique Liebsteinski, Conde de Kolowrat, en 1639. La dama ya había sido desahuciada pero recuperó la salud milagrosamente al ver ante ella la imagen del Niño Jesús, que le había sido llevada como último recurso para su curación.
 
En 1744, las tropas protestantes de Prusia cercaron Praga, momento en que se realizó una procesión con la imagen del Niño Jesús por toda la ciudad, pidiéndole la liberación de la misma. Poco tiempo después, las tropas prusianas abandonaban Praga sin que se librara ninguna batalla. Los habitantes de la ciudad no dudaron en acudir ante la imagen milagrosa para agradecerle tan gran favor.
 
La devoción al Santo Niño se extendió rápidamente, y gentes venidas de todos los lugares acudían a Praga para postrarse ante Él. Todos coincidían en afirmar que les eran concedidos los favores solicitados después de rezar una novena en honra suya, así como celebrando misas en su honor, ofreciendo limosnas en Su nombre y acercándose a los Sacramentos.
 
En 1784, el emperador José II suspendió las actividades de los carmelitas, cediendo la iglesia a la Orden de Malta. Ya en pleno siglo XX, ni la invasión nazi ni la dictadura comunista atentaron contra la venerada imagen, que siguió situada en su altar, si bien bajo el mandato comunista la libertad religiosa se vio totalmente restringida. Los carmelitas no regresarían al santuario de su querido Niño Jesús hasta el año 1993.
 
Si bien el culto al Niño Jesús dentro de la Iglesia Católica es una tradición milenaria, y sería muy largo hacer un repaso de la misma, sabemos que en la época barroca su culto adquirió especial intensidad. Las características figuras barrocas estaban siempre vestidas con trajes populares o imitando la moda de la nobleza de la época. No conservándose en Bohemia ninguna figurita medieval, el culto al Niño Jesús de Praga se vio revestido de una enorme importancia, atrayendo la devoción general. Por esta razón, comenzaron a serle realizados importantes obsequios por parte de miembros de la nobleza. Se dice que el propio emperador Fernando II rezaba ante la imagen, y la Doncella Febronia de Pernstejn legó al Niño Jesús parte de su señorío.
 
La estatuilla del Niño Jesús mide unos 47 centímetros, siendo su interior de madera recubierta de cera.Viste un largo camisón blanco y sobre éste puede lucir alguna de las numerosas vestimentas que se caracterizan por estar ricamente bordadas y adornadas. Su cuello y sus manos aparecen siempre rodeadas de encaje. Para adornar su linda cabecita cuenta con un surtido de pequeñas coronas doradas. Su mano derecha imparte la bendición mientras que su mano izquierda sostiene el globo terráqueo con cruz, símbolo de gobierno sobre el mundo.
 

 
 
La imagen está situada sobre un pilar de plata decorado con cristales, granates de Bohemia y un gran rubí en forma de corazón. Puede contemplarse en el interior de una urna de cristal, rodeado por  ángeles de plata, sobre un altar de mármol gris y rosáceo. En la parte superior aparece la imagen de Dios Padre, y en los laterales San José y la Santísima Virgen. 
 
 
 
 
Luciendo la vestimenta de reps rojo bordado en oro,
con capa de armiño (1900)
Es el traje de rey que suele lucir en ceremonias festivas y
eventos importantes, como Rey de Reyes y Señor de Señores.
 
 
 
Su vestido más antiguo data de 1700 y está realizado en terciopelo de seda.
 
Luciendo la vestimenta regalada en 1743 por la emperatriz María Teresa,
quien fue la gran mecenas del Niño Jesús.
 




 
Todos sus trajes pueden contemplarse en el Museo situado en la interior de la Iglesia. En total cuenta con unos trescientos vestidos.
 

La devoción al Niño Jesús de Praga se extendió rápidamente al resto de Europa, a América, y otros lugares lejanos como la India. Fue en este país donde el italiano Padre Leopoldo Beccaro difundió su devoción, fundando posteriormente el convento carmelitano de Arenzano, cerca de la ciudad italiana de Génova. Debido a la creciente devoción que se manifestó en este lugar de Italia, se decidió construir un espléndido santuario conocido como Santuario del Niño Jesús. Al principio se veneraba un cuadro con la imagen del Santo Niño, hasta que en 1902, la marquesa Delfina Gavotti regaló a los frailes una imagen copia de la que se encuentra en Praga. Años después, esta imagen fue coronada solemnemente por el Cardenal Merry del Val.
 
Santuario del Niño Jesús en Arenzano.

Reproducción del Niño Jesús de Praga, en el santuario de Arenzano.
 
Fue precisamente en el santuario italiano donde se instituyó la Pía Unión del Niño Jesús de Praga, por decreto  de Monseñor Eduardo Pulciano en 1903. Su finalidad consiste en promover el culto al Niño Jesús, imitando Sus virtudes y creciendo en el amor a Él. Todo aquel que lo desee puede solicitar ser inscrito en la Pía Unión (*), colocándose bajo la especial protección del Santo Niño y participando de las indulgencias plenarias que pueden obtenerse en las siguientes fechas:
  • El día de la inscripción.
  • En Navidad.
  • En la Octava de Navidad.
  • En la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús.
  • En la fiesta de la Sagrada Familia.
  • En la fiesta de Nuestra Señora del Carmen.
  • En la fiesta del Niño Jesús (primer domingo del mes de junio).
Somos millones de personas en el mundo los que estamos inscritos en la Pía Unión, siendo fieles devotos del Niño Jesús. Por ello, portamos con devoción  Su medalla protectora, que integra una Cruz en la aparece grabada la imagen del Niño; de ahí procede su eficacia protectora. Lleva grabadas diversas inscripciones:
  • V.R.S (Vade retro Satanas)
  • R.S.E. (Rex sum ego)
  • A.R.T. (Adveniat  Regnum tuum)
  • Verbum caro factum est.
  • Vincit, Regnat, Imperat, Nos ab omni malo defendat.
Medalla protectora del Niño Jesús de Praga
 
Así mismo, rezamos devotamente la oración que fue revelada al Padre Cirilo por la Santísima Virgen:
 
ORACIÓN
 
Oh Niño Jesús, yo recurro a Ti
y te ruego por la intercesión de tu Santa Madre,
me asistas en esta necesidad...porque creo firmemente
que Tu Divinidad me puede socorrer.
Espero con toda confianza obtener Tu santa gracia.
Te amo con todo el corazón y con todas las fuerzas de mi alma.
Me arrepiento sinceramente de todos mis pecados,
y te suplico, oh buen Jesús, me des fuerzas para triunfar.
Propongo no ofenderte y me ofrezco a Ti,
dispuesto a sufrir antes que hacerte sufrir.
De ahora en adelante, quiero servirte con toda fidelidad
y por Tu amor, ¡oh Divino Niño!
amaré a mi prójimo como a mí mismo.
Niño omnipotente, Señor Jesús,
nuevamente te suplico me asistas en esta circunstancia...
Concédeme la gracia de poseerte eternamente con María y José
y adorarte con los Ángeles en la Corte del Cielo.
Amén.
 

Seamos siempre devotos del Niño Jesús, imitemos Sus ejemplos, pongámonos bajo Su protección, pidiendo que nos preserve de todo mal y nos proteja frente a la corrupción del mundo. Tengamos presente esta linda imagen del Niño Jesús, que partió de nuestra querida patria por razón de amor, y terminó instalada en Praga, donde sigue recibiendo la visita de millones de fieles y extendiendo Su luz y especial protección al mundo entero.
 
"Santo Niño Jesús, bendícenos"
Foto: María Luz
 
FOTOS: Google y escaneadas por María Luz
 
(*) Todos aquellos que deseen inscribirse en la Pía Unión del Niño Jesús de Praga, pueden hacerlo dirigiéndose al Padre Prior del Santuario de Arenzano, a través del siguiente email: