martes, 12 de diciembre de 2017

LA IMPORTANCIA DEL AGUA BENDITA

He tenido la dicha de leer el libro titulado "Agua Bendita y su significación para los católicos", escrito por el Reverendo Henry Theiler en 1909, y que ha sido reeditado por Sophia Institute Press hace tan sólo unos meses
 
 
 
Su texto tiene el encanto propio de los libros piadosos de épocas pasadas y admito que su lectura ha sido muy reveladora en cuando al origen y propiedades de este importante sacramental usado en la Iglesia Católica, todo ello detallado por el autor a través de sus páginas, como paso a exponer.

Ante todo, es necesario establecer la distinción entre sacramento y sacramental:

- Los sacramentos fueron instituidos por Nuestro Señor Jesucristo; producen efecto por su propia virtud; siendo válidamente recibidos, confieren la gracia particular que Cristo concedió a cada uno; son necesarios para la salvación.

- Los sacramentales son instituidos por la Iglesia, ejerciendo la autoridad que Cristo le otorgó. Producen efecto por la devoción de quien los recibe; nos alcanzan gracias actuales; no son necesarios para la salvación.
 
Nadie duda de la importancia del agua; sin ella no hay vida posible, lo que la convierte en el más importante de los elementos creados..."El espíritu de Dios se cernía sobre las aguas" (Gen 1,2), de esta forma el Todopoderoso las bendecía y las preparaba para que pudieran adaptarse a su función en el proyecto de la Creación. En la naturaleza, cada criatura viviente precisa del agua para subsistir, de la misma manera que los manantiales y los ríos la transportan, conduciéndola a los campos a modo de bendición. El agua es para el terreno el equivalente a la sangre para el cuerpo humano. De la misma forma que la sangre circula desde el corazón por todo el cuerpo y retorna, el agua parte de lagos y ríos alimentando los suelos sedientos a través de la lluvia, para retornar de nuevo a sus fuentes.
 
El agua bendita actúa de la misma manera en el terreno de la gracia; utilizada con fe y devoción, nos purifica a los fieles cristianos de los pecados veniales. De hecho, el uso del agua como elemento purificador se daba ya en los pueblos de la antigüedad. Romanos, griegos, etc. la utilizaban como forma de purificación y protección frente a plagas, rociando a las personas, a las casas y a los campos. Por su parte, los judíos hacían uso de la denominada "agua de expiación" con la que no sólo quedaban purificados sino que era símbolo de conversión. El agua utilizada por los paganos es una prefiguración del agua de expiación usada por los judíos y también del agua bendita de los católicos.
 
Para nosotros, el agua está revestida de gran significado, tal como aparece en el Antiguo Testamento. Por su parte, el Nuevo Testamento está repleto de menciones al agua, siendo protagonista del primer milagro realizado por Nuestro Señor, al convertir el agua en vino en Caná de Galilea. Pensemos también en Su bautismo en el Río Jordán; en Su manifestación a la samaritana junto al pozo de Jacob, invitando a los sedientos a tomar Su agua; en su caminar sobre las aguas del Mar de Galilea; en el lavatorio de los pies a Sus discípulos, o en la mención del agua como condición necesaria para la salvación: "En verdad te digo: el que no nazca  de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios" (Juan 3,5).
 
El agua bendita consiste en una mezcla de agua y sal bendecidas, siguiendo el ejemplo del profeta Eliseo, quien tomó sal y la arrojó a las insalubres aguas de Jericó, quedando saneadas. El sacerdote hace la señal de la cruz y pronuncia una oración de bendición de la sal, seguida de una oración de bendición del agua, para proceder finalmente a la mezcla de ambas, con el rezo de otra oración. Es de estas oraciones, de las cuales podemos obtener gracia para cuerpo y alma.

En cuanto a su utilización, ya en los primeros siglos de la era cristiana hay mención de un agua bendita efectiva en la protección de la salud, la curación de enfermos y la protección frente a demonios. Las oraciones recitadas por el sacerdote para la bendición del agua son localizadas ya en la obra escrita por el Papa San Gregorio Magno (540-604).

El uso del agua bendita tiene importantes efectos:
 
  • Produce la remisión del pecado venial y de la pena temporal debida por el mismo, todo ello en proporción al nivel de contrición,y al mayor o menor grado de ardor en el amor a Dios por parte de la persona que la utiliza
  • Aleja al demonio y nos ayuda a resistir las tentaciones.
  • Nos obtiene beneficios corporales y temporales.
  • Nos proporciona efectos santificadores, es decir, las gracias reales que podemos obtener: iluminaciones del intelecto e inspiraciones del Espíritu Santo, que ayudan al fiel a actuar con lealtad a sus deberes de estado, a orar con devoción, a escuchar un sermón con provecho y a asistir con recogimiento y devoción a la Santa Misa.
Si deseamos obtener todos esos efectos positivos a través del uso del agua bendita, debemos corresponder estando en estado de gracia, teniendo una fe firme y una sumisión total a Cristo y a Su Iglesia. Esto no implica que vayamos a obtener con toda seguridad el efecto concreto que deseemos, pero no cabe duda de que obtendremos otra gracia tanto o más importante.  Mucho más importantes que los beneficios corporales, son los beneficios espirituales, pues el espíritu es superior al cuerpo. Este hecho se debe a que los sacramentales operan principalmente a través de la intercesión de la Iglesia. Cuando la Iglesia ora, es Cristo quien ora con ella, por esta razón la oración de la Iglesia es tan poderosa. Esta es la manera en que podemos obtener grandes beneficios del uso del agua bendita.
 
La utilización del agua bendita en forma solemne por parte de la Iglesia tiene lugar en el rito de aspersión al comienzo de la misa dominical. El sacerdote se rocía a sí mismo, rocía el altar, y recorre la iglesia para la aspersión de los fieles, pues estos son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, siendo el sacerdote el mediador entre Cristo y el pueblo. Una vez rociados de agua bendita, nos hemos purificado para asistir a la celebración de la Santa Misa. Este rito tienen un significado si cabe más especial en el tiempo pascual, dirigiendo nuestro pensamiento al agua bautismal y al agua que fluyó del costado de Nuestro Divino Redentor. El sacerdote emplea el agua bendita en la bendición de objetos piadosos, de personas y enfermos, y en los funerales, rociando el cuerpo del difunto y el féretro. El agua bendita, junto a la oración pronunciada, constituye un alivio para los sufrimientos de las almas de purgatorio. Supone una valiosa ayuda al alma del difunto con su consiguiente beneficio espiritual, ya que el cuerpo es templo del Espíritu Santo, sede de un alma inmortal que se unirán de nuevo en el último día. Los fieles podemos tomar agua bendita de las benditeras, al entrar en el templo, como forma de purificación ante la presencia de Dios y también al abandonar el templo, orando para tener buenos pensamientos y fortalecer nuestras buenas resoluciones.
 
Es muy recomendable que todos los fieles tengamos agua bendita en nuestros hogares, usándola para preservarnos de los peligros que amenazan a nuestros cuerpos, y especialmente a nuestras almas.
  • Al ir a dormir, el piadoso cristiano tomará agua bendita para hacer la Señal de la Cruz, limpiando su alma de cualquier pecado venial cometido durante el día y como protección durante la noche ante posibles ataques del maligno. No olvidemos que el demonio nunca descansa.
  • Rociar a los enfermos como forma de aliviar su enfermedad, así como rociar los remedios médicos que van a ser utilizados. Se aconseja rociar muy especialmente a la persona cuando la muerte se aproxima.
  • Rociar nuestros hogares y campos para preservarlos de toda influencia dañina.
Cierto que, desde que el Rvdo. Henry Theiler escribió este útil libro, la sociedad y sus circunstancias han evolucionado mucho, lo cual supone un incremento de las situaciones en que el uso del agua bendita es altamente recomendable: bendecir el lugar de trabajo, el vehículo que utilicemos para nuestros desplazamientos, y también a nuestros animales de compañía, ayudando a preservarlos de todo mal.
 
Una vez expuesto el significado del agua bendita es necesario insistir en la necesidad de evitar el pecado, evitar las ocasiones que nos puedan conducir a él, guardar y cumplir fielmente los Mandamientos de la Ley de Dios, recibir con frecuencia los sacramentos y llevar una piadosa vida cristiana. El agua bendita es un elemento muy preciado para impulsar nuestro bienestar temporal y espiritual, lo cual debe animarnos a su uso, teniendo siempre presente que Nuestro Señor Jesucristo, derramando Su preciosa sangre, mereció las gracias de las cuales podemos participar a través de este significativo sacramental.


Foto: María Luz
 
Tomando agua bendita y haciendo la Señal de la Cruz, digamos:
 
"Alabado sea Nuestro Señor Jesucristo".
 
"Por Vuestra Preciosísima Sangre y a través de este agua bendita,
limpiadme, ¡oh Señor!, de mis pecados".
 
"Dulce Corazón de Jesús, concededme que yo os ame, cada día, más y más".
 
"Dulce Corazón de María, sed la salvación mía".
 
"Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía".
 
"Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía".
 
"Jesús, José y María, expire en vuestra paz el alma mía".
 
Amén.
 

6 comentarios:

  1. donde puedo comprar este libro en español (eclipce12@live.com

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  2. donde puedo comprar este libro en español (eclipce12@live.com

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    1. Siento decirle que el libro no está disponible en español.

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  3. Disculpe señora María Luz. G......abra la posibilidad de que algún laico o sacerdote pueda traducir este libro al español . Este es un tema muy importante y necesario para este siglo xxi.
    Se vendería muy bien en México y en América Latina.......muchos queremos y necesitamos leerlo.
    como puedo comunicarme con la editorial.

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    1. Coincido con usted a la hora de apreciar la importancia del agua bendita. Sería una gran idea que alguna editorial se decidiera a publicar una edición en español. Para su interés, le facilito la web de la editorial en inglés:
      https://www.sophiainstitute.com/

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