domingo, 19 de marzo de 2017

EN EL DÍA DE SAN JOSÉ

Cuando, tiempo atrás, leí el "Libro de la Vida" de Santa Teresa de Jesús, quedó grabado en mi memoria un párrafo en el que la santa de Ávila manifestaba su gran devoción por San José, del siguiente modo:
 
"Tomé por abogado y señor al glorioso San José y encomendéme mucho a él... No me acuerdo hasta ahora de haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer... A otros Santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; de este glorioso Santo, tengo experiencia que socorre en todas, y que quiere el Señor darnos a entender, que así como le fue sujeto en la tierra, que como tenía nombre de padre siendo ayo, le podía mandar, así en el cielo hace cuanto le pide. Esto han visto algunas otras personas a quienes yo decía que se encomendasen a él... No he conocido persona, que de veras le sea devota y haga particulares servicios, que no la vea más aprovechada en la virtud... Si fuera persona que tuviera autoridad de escribir, de buena gana me alargaría en decir muy por menudo las mercedes que ha hecho este glorioso Santo a mí y a otras personas. Sólo pido por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso Patriarca, y tenerle devoción..."
 
No cabe duda de que es palabra de santa, y servidora puede corroborar que lo dicho en esas líneas es absolutamente cierto.

San José fue siempre para mí un santo evidente, ese santo visible que contemplaba en multitud de templos pero en quien nunca reparaba con mayor atención, a no ser por estar vinculado su nombre a los dos hombres más queridos por mí, mi abuelo y mi padre, y ligada su festividad al día en que recibí las aguas bautismales. José, ese nombre sencillo, tan evocador de recuerdos, ha tomado una nueva dimensión para mí desde hace poco tiempo, movida por circunstancias... Puedo afirmar que Santa Teresa no mentía cuando exaltaba su poder intercesor.

Me imagino a San José como lo que fue, ese hombre noble, gentil, sencillo, humilde, discreto, justo, prudente, bondadoso, trabajador, obediente a la voluntad divina, modelo de esposo y padre, protector y custodio de dos grandes tesoros llamados Jesús y María.

Esta pobre esclava de María que aquí escribe no podía dejar, en el día de hoy, de realizar un pequeño tributo al que fue el esposo de mi Madre y Señora, agradeciéndole profundamente a Ella el haberme conducido a él en mis necesidades, y agradeciéndole a San José el haberme tomado amorosamente de su mano junto a su Santísima Esposa. Desde ahora San José ya forma parte de mis devociones más queridas.

 
 
 SÚPLICA A SAN JOSÉ
 
¡Oh castísimo esposo de la Virgen María!
Todo el que implora vuestra protección, experimenta vuestro consuelo.
Sed, pues, Vos mi amparo y mi guía.
Pedid al Señor por mí; libradme del pecado,
socorredme en las tentaciones y apartadme del mal.
Consoladme en las enfermedades y aflicciones.
Sean mis pensamientos, palabras y obras fiel trasunto
de cuanto os pueda ser acepto y agradable
para merecer dignamente vuestro amparo en la vida y en la hora de la muerte.
 
¡Oh Glorioso San José! Haced que sea constante en el bien;
corregid mis faltas y alcanzadme el perdón de mis pecados.
Amén.
 
ORACIÓN
 
¡Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María,
Patriarca y Protector de la Santa Iglesia,
a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir
y defender en la tierra la Sagrada Familia!
Protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos,
a TU santa familia, POR tu Hijo, que es la Iglesia,
y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida,
y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna.
Alcánzanos especialmente estas tres gracias:
la de no cometer jamás ningún pecado mortal;
la de un sincero amor y devoción a Jesús y María,
y la de una buena muerte, recibiendo los últimos sacramentos.
 
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, con vos expire en paz el alma mía.
 
 
 
 Quiero ser como ese Niño Jesús, caminar siempre de la mano de José y María.
 
María Luz.
 
 
FOTOS: María Luz
 
 
 

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