martes, 8 de noviembre de 2016

CONFORMIDAD CON LA VOLUNTAD DE DIOS

¡El mundo de los santos, de la piedad y de la fe es maravilloso!... Lo siento cada vez que leo un libro piadoso, y en esta ocasión, trayendo a este blog un librito de pequeño tamaño que contiene un mensaje claro, rotundo y directo: el verdadero hombre nace cuando la voluntad humana es sustituida por la voluntad divina.
 
Así lo explica San Alfonso María de Ligorio en su obra "Conformidad con la voluntad de Dios".

Foto: María Luz

Con frecuencia tratamos de imponer nuestra voluntad en todas las facetas de la vida, pretendemos que todo discurra según nuestro planes, olvidando que Dios tiene su propio plan para cada uno de nosotros, y que la única forma en que nos realizaremos plenamente es cumpliendo SU voluntad. Al respecto, hay una frase que me encanta: "Si quieres hacer reír a Dios, cuéntale tus planes."
 
Si realmente somos creyentes en Dios y decimos amarle, debemos conformar nuestra voluntad con la suya. "Tanto más amará el alma a Dios cuanto más unida esté con su divina voluntad." Actuar de modo distinto, es decir, por propio antojo apartándonos de Dios, supone una idolatría, porque en lugar de adorar la voluntad de Dios, estaríamos adorando la nuestra. Cumpliendo la voluntad de Dios, estaremos buscando Su Gloria, tal como nos enseñó Nuestro Señor Jesucristo cuando bajó a la tierra para redimirnos con Su sangre, y tal como lo hicieron todos los santos.

Tras sentar esta idea esencial, San Alfonso María de Ligorio nos ofrece un paso más, distinguiendo entre conformar nuestra voluntad con la de Dios e identificarla con la suya. Conformar nuestra voluntad con la divina supone unir ambas, pero identificarnos con ella exige mucho más, pues supone hacer que la voluntad de Dios y la nuestra sean una sola, de manera que no queramos más que lo que Dios quiere. Todos nuestros deseos y oraciones deben tener como objetivo lograr esa identificación para llegar a nuestro mayor grado de perfección.

Esa conformidad con la voluntad de Dios debe darse tanto en los sucesos felices como en los adversos, vengan de donde vengan, pues todo lo que sucede en el mundo se produce por voluntad y permisión de Dios. Aceptados así, los males que nos afectan, ya no son males sino bienes, siempre que los aceptemos como procedentes del Todopoderoso. Nos servirán para nuestro mayor provecho, nuestro crecimiento en la virtud, progresando en nuestro camino a la perfección, santificándonos, gozando de paz inalterable, y dando mayor gloria a Dios.

Resistirse a la voluntad de Dios sólo nos traerá mayor dolor, pues tendremos que seguir soportando nuestra cruz pero sin alcanzar frutos, viéndonos inmersos en el pecado y todo tipo de desórdenes. Por el contrario, si soportamos las pruebas sin inquietud, sin lamentos y con resignación a la voluntad de Dios, creceremos en virtud, nos mantendremos humildes y nuestra oración será agradable al Señor. "Esta tierra es lugar de merecimiento , y se merece padeciendo, al paso que el cielo es lugar de premio y descanso...Más agrada a Dios la humildad y la paciencia en las flaquezas , que las tristezas y congojas."

Únicamente la virtud y la aceptación de la voluntad divina conduce a las almas al mayor grado de santidad. Pero si el Señor no desea que lleguemos a tal grado, resignémonos a Su voluntad y supliquémosle que, al menos, nos salve por su infinita misericordia.

"No se haga mi voluntad, sino la Tuya."


 

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